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Un camino con-sentido

El vacío existencial, el nihilismo y el escepticismo son fenómenos muy extendidos en estos tiempos. No obstante, los milenarios libros sagrados, las mitologías de todas las civilizaciones, la literatura universal y la historia del arte reflejan continuamente la tenaz expresión de un ser humano en constante búsqueda del sentido de la vida, de “algo” o “alguien” por qué vivir.





Gracias a la evolución —o vaya vd. a saber a qué— la raza humana superó, con la conciencia, el patrón de conducta instintiva propia de los animales. Con este gran avance perdió sin embargo la seguridad de tener un instinto claro y unilateral que le dijera lo que ha de hacer, lo más adecuado en cada situación para asegurar su supervivencia. Esa seguridad instintiva, como el paraíso, le estaría vedada para siempre. A partir de ese momento tuvo el honor y el dolor de ser libre, de poder elegir sus acciones y de poder encaminarlas en una dirección u otra dependiendo de lo que tiene “auténtico sentido” para él o ella o del beneficio primario o secundario que pueda obtener al inclinarse por esa elección.


Además, en los últimos tiempos, el ser humano ha sufrido otra importante pérdida de referencias extrínsecas: las normas y el sentido vital dictado por las grandes tradiciones y religiones, que, unas veces en su perjuicio y otras en su beneficio, han complementado y encauzado su conducta, valores, creencias e identidad, se han diluido como verdades absolutas. No hay unas normas marcadas que le indiquen lo que es “bueno” y “malo” hacer y la ciencia le repite continuamente “Dios ha muerto”.








Si consideramos ésta situación como una fase de la evolución ¿Por qué hay entonces tantas personas desorientadas que en ocasiones no saben ni si quiera lo que les gustaría hacer?


Sin duda, hoy en día, todo aquél que quiera vivir con un mínimo de plenitud y coherencia ha de afrontar una gran aventura interna, personal y intransferible: la búsqueda de una vida lo más significativa posible para uno mismo. Esto requiere silencio interior, exploración, análisis, discernimiento, responsabilidad, sentido del humor y determinación. Es una hermosa gran prueba. En su lugar podemos amoldarnos a lo que otras personas hacen (conformismo) o a lo que otras personas quieren que hagamos (enajenación). Podemos elegir sentirnos ofendidos ante una crítica o halagados ante un cumplido. Aunque la elección se haga consciente o inconscientemente (gracias a los patrones automáticos adquiridos en la vida, es decir, a las programaciones neurolingüísticas) sigue siendo una elección.

Algunas corrientes de principios de siglo XX se plantearon este dilema. Victor E. Frankl, convirtió su experiencia vital en un campo de concentración durante la 2ª guerra mundial en la base filosófica de una forma de psicoterapia llamada logoterapia. En su libro “El hombre en busca de sentido” reflexiona sobre estas cuestiones llegando a la conclusión de que los ideales y principios constituyen una fuerza primaria fundamental en nuestra existencia y que es uno mismo y uno sólo quien tiene que encontrarlo. Sostenía que no todos los conflictos nacen entre impulsos e instintos sino que también el interés del hombre, incluso su desesperación por que su vida tenga sentido, es un dilema que constituye una parte fundamental de la personalidad y de la felicidad. Durante su reclusión en el campo de concentración observó que aquellos que tenían un sentido claro que les motivaba a superar todo ese sufrimiento fueron los que sobrevivieron. Sobrevivieron aquellos que se obstinaron en mantenerse en pie para volver a ver a su gran amor, a su hijo, para regresar a su tierra y reconstruir su casa o, como en el caso de él mismo, para contar al resto del mundo que recrear un gran sueño o un gran anhelo puede hacerte superar las más duras pruebas.


La PNL Transpersonal bebe de las fuentes ideológicas de este gran autor, ya que considera que los sistemas de creencias, los valores, las conductas y la identidad han de encaminarse con coherencia y armonía hacia una dirección conductual que busque el auténtico sentido de la vida al que nos queremos acercar día a día. Si no existe esa coherencia entre acciones, propósitos y objetivos diarios con una gran dirección que tenga sentido para nosotros, una gran estrella de oriente que nos “oriente”, seguramente viviremos en conflicto interior.





Quisiéramos alejarnos de dar al sentido de la vida una connotación excesivamente utópico-retórico-rimbombante. Un sentido de la vida que no se pueda manifestar en acciones concretas que sea posible realizar hoy, mañana y pasado no tiene ningún sentido. Decía el psiquiatra y acupuntor J.L. Padilla que la ¡Oh Misión! se convierte a menudo en Omisión.


Muchas creencias antiguas o impuestas que no han sido revisadas ni reencuadradas pueden limitar inconscientemente nuestra posibilidad de ir hacia donde nuestro corazón anhela y frenarnos interiormente diciendo: no soy capaz, no hay tiempo, hay que conseguir todo con mucho esfuerzo, he de continuar el estilo de mi familia, no me puedo permitir disfrutar... Es un buen momento para reciclar las creencias caducadas y re-orientarlas hacia nuestra estrella.



Si en los momentos de conflicto de valores nuestra brújula no apunta hacia nuestra realización interior, es fácil encontrarnos perdidos y atrapados en la selva material en que se ha convertido gran parte de nuestra sociedad, es fácil evadirse con las múltiples ofertas que anestesian y posponen nuestros anhelos más profundos. Uno de los propósitos de la PNL Transpersonal es ayudar a facilitar que nuestras elecciones nos encaminen hacia un Vida en la que la Conciencia, el Amor y la Libertad den sentido a nuestro camino y sea por lo tanto, un camino con-sentido.





Dice Frankl en el citado libro: “El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a las otras; pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser —dentro de los límites de sus facultades y de su entorno— lo tiene que hacer por sí mismo. En los campos de concentración, por ejemplo, en aquel laboratorio vivo, en aquel banco de pruebas, observábamos y éramos testigos de que algunos de nuestros camaradas actuaban como cerdos mientras que otros se comportaban como santos. El hombre tiene dentro de sí ambas potencias: de sus decisiones y no de sus condiciones depende cuál de ellas se manifieste”.


Los taoístas afirman que donde está la intención está la energía y que cuando la energía se condensa y dirige hacia una decisión sentida y comprometida cambia completamente nuestra experiencia. Inexorablemente, en algún momento hay que parar para encontrar un sentido esencial hacia el que dirigirnos. Si no lo hacemos conscientemente, el inconsciente o la sociedad lo hará por nosotros. El exceso de información y de posibilidades puede ser también una trampa que nos mantenga entretenidos sin profundizar en la esencia. Podemos pasarnos la vida cavando un sinfín agujeros poco profundos en la tierra del conocimiento, profundizamos 2 metros en un sentido, otros 2 metros en otro, otros dos metros más allá... Sin embargo si no nos comprometemos a perseverar en el tiempo para ir un poco más profundo es difícil que encontremos el tesoro. Tanto encontrar un tesoro oculto bajo tierra como seguir una estrella que te oriente requieren fe, confianza y perseverancia mantenida en el tiempo.


Según Goethe, mientras no estamos comprometidos a caminar hacia alguna dirección, siempre surgen dudas o se concibe la posibilidad de volver atrás, y finalmente hay vacío e ineficacia. “En relación con todos estos actos llenos de ineficacia, hay una verdad elemental cuya ignorancia mata innumerables de planes espléndidos: En el momento en que asumimos un compromiso con la dirección de vida que queremos de manera definitiva, la providencia divina también se pone en movimiento. Todo tipo de cosas ocurren para ayudarnos, que en otras circunstancias jamás hubieran ocurrido. Todo un fluir de acontecimientos, situaciones y decisiones crean a nuestro favor todo tipo de incidentes, encuentros y ayuda material, que nunca hubiéramos soñado encontrar en nuestro camino”.


Ya sabes. Si intentas, quizás, sino... jamás.


Techu Arranz


Socia y Codirectora del Instituto Potencial Humano (IPH)


Es Coach Profesional Sénior Certificada(CS114) de AECOP-EMCC


Coach Profesional Certificada (CPC 10378) por ASESCO








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