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Liderar en épocas de disrupción


Hay una gran diferencia entre administrar y liderar. Las dos son sumamente necesarias, pero no diferenciar la una de la otra es un error que cuesta puestos y negocios.


Si buscamos simplificar el significado de administrar, podemos hablar de coordinar el funcionamiento integral de una organización. Si buscamos simplificar aún más, llegamos a la palabra “estabilidad”. Cuando alguien administra bien, se siente una cierta estabilidad en la organización: Las cosas funcionan, los recursos están bien alocados, etc.


Un líder, sin duda alguna, debe poder administrar. Es difícil evolucionar en medio de una tormenta. Pero esa estabilidad, no lo califica automáticamente como líder.


Y es por eso que también ayuda sí simplificamos el significado de liderar en su más pura esencia. Por lo que, en este caso, las palabras clave para liderar, son: “Visión, “Evolución”, “Transformación” y “Crecimiento”. Lograr esa “evolución” desde la empatía y la influencia es la verdadera esencia de un líder.




El momento es crucial: El entorno disruptivo y de cambios exponenciales, así como el desafío de reinventarnos, genera una necesidad imperante de liderar, para lograr adaptarnos y crear con ello, nuestra propia versión del cambio.


Todo líder debería preguntarse: ¿qué parte de mi tiempo administro y qué parte lidero?, ¿Tengo clara la evolución y transformación que mi liderazgo debe generar?

Si bien es cierto que la sumatoria de los niveles de interiorización y adaptación del cambio de cada una de las personas en las organizaciones es lo que finalmente desemboca en un cambio exitoso o no para una organización, el verdadero cambio comienza con los líderes de la organización y su voluntad de asumir su propia evolución o transformación.


Se trata de un liderazgo auténtico, orientado a resultados, y capaz de crear entornos habilitantes para la colaboración y el trabajo en equipo. Se trata de un liderazgo más REDárquico y menos jerárquico, que logre generar más autonomía, innovación y horizontalidad.


No es fácil: La tensión, entre la necesidad de evolucionar y obtener resultados en tiempos disruptivos, y por otro lado la necesidad de cuidar a nuestra gente en un año complejo en el que los niveles de estrés y ansiedad están por los cielos, hace que saquemos a nuestro verdadero líder. El verdadero liderazgo sale a la superficie en tiempos difíciles. ¿Será un buen liderazgo?, ¿Serán resultados sostenibles?, ¿Seremos más resilientes en un año o habremos mermado (por no decir quemado) la capacidad de nuestra gente de agregar valor a la organización desde la voluntad y un compromiso verdadero?


Una cosa más, algo realmente importante:


Queda claro que el reto es evolucionar y transformar en un contexto sumamente difícil. Para esto será necesario definir principios y una filosofía de liderazgo que permita mantener el bienestar de la gente, asegurar que exista seguridad psicológica en la organización para que cada quien pueda ser el o ella misma en un contexto en el que la vida y el trabajo se integran como nunca en la historia, permitir que la organización fluya y que no se pierda la energía, la fuerza y el compromiso organizacional, desarrollar un entorno de corresponsabilidad con un enfoque en resultados colectivos en un ambiente de confianza y apertura. Finalmente: Evolucionar desde la empatía y la influencia, liderar de verdad.



Gabriel Figueroa


Socio Director de adbanz – People & Performance

Alumni Accenture Alemania | YPO Speaker |

Consultor y Coach Ejecutivo en >15x países & 4x continentes |

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